Canada

La naturaleza siempre ha estado muy presente en mi vida. La curiosidad que he tenido hacía ella me ha hecho acercarme de distintas formas que no siempre han sido todo lo innocuas que quizás debieran haber sido.

El primer recuerdo infantil que tengo, fue a la temprana edad de dos o tres años (debió ser muy impactante porque es uno de los primeros recuerdos claros que tengo de mi infancia). Mi abuelo había cazado un pardal como les llaman en salamanca. Era un gorrión volandero el cual se había caido del nido. Mi abuelo me lo traía como un regalo, como una anecdota para un crio que estaba empezando a descubrir el mundo. Recuerdo que me dijeron que tuviera cuidado, que no lo apretara pero la emoción fue tal que tuvieron que quitarme lo de las manos por miedo a que lo axfisiara.

Años despues, me había convertido en un cazador de todo tipo de pequeños animales. Lagartos, lagartijas y culebras. Cojía gorriones y yo mismo los criaba para despues sotarlos, cazabamos ranas con las cuales no eramos especialmente amables y la mayoría de los días pescabamos... en fin, nada que un chaval que pudiera tener contacto con la naturaleza no hiciera. Con trece años, más o menos, conseguí que mis padres me compraran un escopeta Gamo. Al princio me contentaba con hacer punteria con objetos innanimados, palillos, monedas. Un buen día mi hermano pequeño apareció con una cria de cernicalo aún con el caracteristico plumón blanco. Pasadas unas semanas de alimentación a base de pollo o carne e incluso algún que otro saltamontes, supe que si quería soltarlo debía traerle animales vivos y así enseñarle a cazar. Fue entonces cuando empecé usar la escopeta para algo más que hacer puntería.

Poco despues, en una aburrida tarde de verano, en la ribera de un seco rio del levante español me entretenia con mi hermano haciendo puntería con la escopeta. De repente vimos un pardal que piaba. El animal estaba lo suficientemente lejos para desconfiar de nuestra puntería y confieso que disparé con más inteción de asustar que de abatir. Sin embargo le di. La emoción ante tal hazaña hizo que ambos corrieramos hacía el lugar dónde el animal había caido. Cuando lo cogí, en mi mano vi un gorrión con el babero amarillo que le rodeaba aún su blando pico, seguramente estaba hicendo uno de sus primeros vuelos fuera del nido. El pájaro aún vivo, abría la boca intentando tomar un aire que ya no le daba vida. Nunca más he vuelto a matar un animal.

Este año estuve en Canada. Lo que más impacta de este pais es el continuo contacto al que el ser humano se ve envuelto con la naturaleza. Los osos suelen adentrarse en los pueblos en busca de comida fácil, osos que desgraciadamente no acaban de la mejor manera posible. Los canadienses conscientes de esta riqueza natural, presumen de ello y de su alta conciencia ecológica. Y aunque es cierto que por lo geneal son muy respetuosos con el medio en el cual viven, no deja de haber ciertas hipocresias que te recuerdan que el ser humanos es igual haya dónde vayas.

Creo recordar que el 80 % disponía de todoterrenos, en un pais donde hasta las carreteras de montaña son un lujo de ingienería. MG´s enormes a gasolina y autocarabanas tan grandes como autobuses recorren las montañas rocosas en busca de un contacto natural. Canada, basa su economia en la riqueza de los recursos naturales que posee, minería, explotación madedera y por supuesto, comercio de pieles.

Hace tiempo que se que vivir consite en influir a los que te rodean, de algun manera la interacción con otras personas o seres no siempre tiene que ser positiva para ambas partes, pero es horrible la suficiencia y la desfachatez con la que tratamos al resto de seres vivos que con nostros conviven en este planeta. El gobierno canadiense intenta paliar el impaco mediatico que conlleva la matanza de focas en el polo norte diciendo que la forma de matarlas en esta temporada será muchos más humana. Humana????, un primate nunca ha sido el paradigma de la "humanidad" a la hora de matar, "humano" puede ser un felino que con certeza mata a su presa de la forma más rápida, pero es que si la muerte de una animal puede ser dignificada por el uso que se le puede dar posteriormente nunca lo será si lo único que nos interesa de él es su piel.

A los seres humanos nos gusta tildar de humano aquello que consideramos que mitiga nuestro yo más salvaje pero detras de los ojos de cualquier hominido que autocomplacientemente se hace llamar sapiens está ese mono salvaje, egoista y cruel que sólo utiliza el medio que le rodea para su propio beneficio.