Ha caído en mis manos el País dominical de hace diez días. En el aparece un artículo que lleva como título: ¿qué me aporta mi trabajo?. En el artículo aparecen varios ejemplos de profesionales de éxito que un buen día se dieron cuenta que tal éxito no les daba la felicidad. Tales ejemplos después de una profunda crisis, lograban encontrar su camino y su verdadera vocación. Ahora son ejemplo de personas que hacen lo que aman y aman lo que hacen.
Bonito verdad. Hace tiempo, demasiado ya que llevo dándole vueltas a cambiar mi forma de vida. Mi trabajo no es hoy por hoy ninguna pasión pero me quita relativamente poco tiempo, al estar en constante cambio me entretiene lo suficiente, el ambiente laboral es en general muy bueno y me da un sueldo más que suficiente para mi forma de vida. Desgraciadamente quizás mi mayor suerte sea mi mejor cárcel. Pero aún así, mi cabeza va buscando algo que aún no conozco y se que en algún momento encontraré.
Al hilo del artículo me doy cuenta que estos cambios drásticos son más comunes de lo que creemos. Estas Navidades recibí la visita de una amiga geóloga que vive en Chile y que ha decidido dejar su trabajo y buscar un camino nuevo personal. Al parecer el cambio vino motivado por la película Home y que yo mismo le envié emocionado por el mensaje del documental. Hablando con ella veía como su mayor sentimiento era la búsqueda de la pasión y que esa pasión fuera su forma de vida. Un sentimiento profundo transpiraba por sus poros cargado de positividad e ilusión. Por otro lado, algún amigo ha decidido una vez más, ceder parte de sus privilegios laborales y económicos en post de su familia y tiempo libre.
Como veis, lo curioso del caso es que los casos que el artículo muestra es el de profesionales cualificados, concretamente exitosos y con un alto poder adquisitivo que deciden dejarlo todo por un crecimiento personal. Umh!. Qué queréis que os diga, me mosquea. El artículo empieza criticando la sociedad actual carente de valores y de consciencia. Estoy de acuerdo, pero me pregunto a qué parte de la sociedad se refiere. Siguiendo como ejemplo al artículo, la mayoría de sus ejemplos además de haber conseguido el éxito profesional son personas que rondan la cuarentena y además están solteros. Si bien cinco o seis casos no son significativos, me pregunto si habrá algún albañil, padre de familia, en paro por la crisis y que esté pensando en hacer un curso de coaching y así encontrar su pasión que lo lleve a explorar nuevos mundos y de paso, en ese crecimiento personal, intelectual y espiritual, aprenda inglés y descubra ese nuevo movimiento social que llaman downshifting y que viene a decir que reduzcas la marcha de tu vehículo, es decir reduce tu nivel de vida para incrementar su calidad. Vaya!!!, me pregunto como va a incrementar este albañil su calidad de vida preocupado por si mismo y sobretodo por los suyos.
Lo se, es posible que una vez más empiece a hacer demagogia pero no puedo evitar pensar que la falta de valores de esta sociedad no es de toda ella. Que personas que han llegado a una clara ventaja profesional se den cuenta de que en ese estrato de la sociedad los valores y la consciencia no existen no significa que en otros donde el día a día es una lucha por el día siguiente y dónde padres y madres de familia no piensan en ruedas de 2.000 pavos, esquíes, cámaras fotográficas, viajes de ensueño, aventuras en el Congo, musicales espectaculares, cenas en el Bulli o el último pantalón de marca. Sino más bien, piensan en que sus hijos puedan tener lo mínimo para que sigan estudiando y el día de mañana no sean como ellos y se conviertan en ingenieros, economistas, empresarios o arquitectos y así, cuando lo consigan descubran que esa no es la felicidad y que la felicidad está en ser ellos mismos, sean lo que sean.
Y de esto, ciertamente es de lo que habla el artículo. Mis amigos, ya entrados en la cuarentena, ambos con profesiones altamente cualificadas y con responsabilidades, una soltera y otros casados y con niños sólo buscan ser ellos mismos sin estar sujetos a un estrato social egoísta, clasista, tirano y exclavista. Quizás sea cierto que este movimiento es el inicio de un cambio el cual enseñará a las generaciones futuras que lo más importante no es qué seas sino quién seas, como dice el anuncio de Banderas (vaya, otro triunfador). Que la vida se compone de vivencias y no de adquisiciones pero que sin lo mínimo, poco o nada nada más que soñar podemos hacer.
De momento, uno que lleva tiempo con intención de cambio va hacerlo pero a su manera. Quizás porque la vida es una carrera de fondo con muchas etapas y que no hay meta sin pasar por cada una de ellas en su momento justo.
Y termino con otra anécdota. El lunes tuve un feliz encuentro con todo un catedrático en enología. No conozco a este señor pero la pasión que transmitió en su nivel de conocimientos me dejó anonadado. Tengo sana envidia de esas personas que han hecho de su pasión una forma de vida y que han llegado a la brillantez en el conocimiento de esa pasión. Curioso sentimiento que en esta reunión otro personaje, que por no adular en exceso pues se lee esta web no voy a nombrar y que en su materia y su forma de vida, casi sin darse cuenta, vive con la misma intensidad y pasión, sin red y sin medir consecuencia alguna en sus actos. Éste no es un profesional de éxito, es soltero, pasa los cuarenta y no está casado... umh! sigue cumpliendo muchas premisas, salvo por un detalle, siempre ha vivido así.