lunes, 19 de noviembre de 2012

Gran Cañón


El Gran Cañón del Colorado, del río Colorado. Más de 400 km de largo, casi 2.000 metros de profundidad en sus zonas con mayor desnivel y 17 km de ancho en su parte más amplia. En sus estratos y capas los geólogos pueden leer a cielo descubierto la historia de la tierra. Un párrafo de tres lineas, imposible de igualar.


De America me queda y que espero poder ver, las cataratas de Iguazu, Alaska, los Roiramas y el Salto del Angel en Venezuela, la Amazonía y por supuesto los Andes. Son lugares que deseo conocer, tardaré más o menos pero los conoceré. 

Soy afortunado porque conozco gran cantidad de la Patagonia, tanto argentina como chilena, Costa Rica, Cuba, Isla de Vancouver y gran parte del estado de British Columbia en Canadá. De todos ellos me quedo con dos sitios, Bahia Drake en Costa Rica y El Perito Moreno en el campo de hielo sur en la Patagonia Argentina.


Hasta conocer el Gran Cañón sólo uno me sobrecogió hasta encogerme el corazón y ese fue el Perito Moreno. Reconozco que la explosión de vida en Bahia Drake y la fauna del norte en Vancouver impregnan vivas imágenes en mi mente pero que no te estrujan de esa manera el corazón, eso solo queda para la grandeza de la propia tierra. Y es ahí, donde El Perito y el Gran Cañón son inegualables.


La primera vez que te asomas al gran Cañón y os recomiendo que elijáis bien la hora (al amanecer o al atardecer... le da dramatismo y profundidad); os saldrá en voz baja y casi en un susurro una única expresión: menuda burrada!!!!.  Y así, de golpe y sin anestesia la naturaleza os recordará que no sois/somos absolutamente nada.


La fotografía de aquí arriba es la imagen que más me gusta de todo el viaje. Si, lo se, habrá otras que gusten más, las habrá más bonitas y mejor compuestas más impactantes pero, ésta aúna gran parte del conocimiento técnico que tengo sobre  fotografía. Creo que en una ampliación grande casi se confundirá con un cuadro y.... bueno, es de esas fotos que luego alguien llegará y te dirá, hacer fotos bonitas es fácil, lo difícil es hacer fotos que lleguen. Y esta sólo me llega a mi pero es que fui yo quien estuvo detrás de la cámara viendo esta burrada de paisaje y lo vi e imaginé tal como la veis y eso, al menos para mi, no es fácil.



En fin, lo cierto es que las fotos desmerecen al Gran Cañón. Solo me queda una recomendación... no dejéis de ir, merece la pena.



domingo, 18 de noviembre de 2012

Arches y Monument Valley


El viaje continuaba a ritmo y sin pausa. Después de atravesar Capitol Ref (único parque natural en el que nadie nos pidió el pase anual de los parques), tomamos rumbo hacía Arches.


En el camino encontramos áreas que bien pudieran haber sido empleadas para la filmación de la Historia interminable (creo recordar que se grabó en los Dolomitas, en los Alpes Italianos. Por cierto que allí realicé hace más de 10 años mi primer artículo sobre vías ferratas para una revista de naturaleza).



No, no me he equivocado, es la misma fotografía con menos de un par de minutos de diferencia y en el único instante en que los rayos de sol tocaron la piedra. Una es HDR y la otra no, creo q es fácil ver cuál es cuál. A mi me gusta más la que no es HDR.



Y llegamos a Monument Valley. Parque inmortalizado por el genio John Ford. Primer parque gestionado por los indios Navajos y vaya si se nota. Se nota la falta de dinero y medios, la falta de infraestructuras y las diferencias sociales que aún persisten. He conocido indios canadienses, patagónicos y ahora americanos, en todos los casos son minoría y lo sufren como tal. Los Navajos parecen un pueblo orgulloso de su pasado pero hoy, son gente sumada a la plaga de la obesidad pero con menos dinero y privilegios que sus vecinos anglosajones. Porque si algo hay claro en EEUU es que a pesar de su variedad étnica y su crisol de culturas, éstas no forman una sociedad unidad y rica en matices sino que se diferencian facilmente. Indios (de india), negros, hispanos, chinos e indios auténticos americanos son, digamos las etnias más numerosas aunque también vimos muchos europeos del norte de Europa, incluidos rusos.



El mirador de Jonh Ford, donde un pobre caballo realizaba un paseo de 100 metros por 10 módicos €, 10 más y te hacías la foto montado en él. Así todo el día, del chamizo al mirador, del mirador al chamizo. Si os preguntáis porque os lo cuento y no lo muestro, la razón es sencilla, me deprimía.



Para acceder al parque debes pagar 5 dolares por persona, tarifa que cobran integramente los Navajos y que te da derecho a recorrer gran parte del mismo por sus pistas en tu propio vehículo. Para poder visitar en su integridad el parque, debéis contratar los servicios de los indios que en pick up acondicionados llevan a varios turistas.

Nos hubiera gustado quedarnos hasta el amanecer pero andábamos justos en la ruta y no sin pena, tuvimos que dejar las vistas tintadas de ámbar para quizás otro viaje. Quien sabe.



A la mañana pasada y ya en Page, tercera ciudad pequeña donde dicen mejor se vive de EEUU, madrugamos para ver el amanecer desde uno de los meandros más famosos del lago Powel. Llegamos tarde y la foto que veis no llega a ser lo espectacular que pudiera ser. No obstante el espectáculo es verlo en directo. De golpe te trasladas al jurásico que no lo es por la falta de dinosaurios en sus proximidades o dentro de él mismo. Impresionante panorama de belleza impactante.


De vuelta, nos encontramos con una demostración de globos aéreo estáticos. Creo que más de 100. Que sobrevolaron a primera hora de la mañana la ciudad de Page.



Al mediodía tomamos rumbo a Antelope Canyon, a escasas 6 millas de Page. Buscábamos los haces de luz que en teoría, marcan la piedra al medio día, pero no tuvimos esa suerte. No obstante este cañón, que también es gestionado por los Navajos. Es de tal belleza que no hace falta ni encuadrar la cámara para sorprender al espectador. De contenido tamaño para los espacios a los que andábamos acostumbrados, es una pequeña joya en la ruta. Totalmente recomendable. 





De aquí tomamos rumbo para el Gran Cañón... pero ese magnifico lugar merece una entrada a parte. Pocos sitios me han sorprendido tanto como el Gran Cañón.

Death Valley de paso por las Vegas y Brice Canyon


Había que descender de los 2.400 metros en los que habíamos dormido en un acogedor motel de Mamouth Lake a los - 86 metros de Death Valley. Sa´limos de Yosemite impresionados y confieso que al menos yo, creía que lo visto iba a ser difícil de superar. Me equivoqué al intentar comparar, no fue superable, fue considerablemente diferente y sorprendente.



Ya en Yosemite coincidimos con multitud de aficionados a la fotografía. Sorprende la cantidad de máquinas Nikon y de las mismas, un gran número del modelo profesional D 800. Pero tambien encontramos en varias ocasiones a fotografos con cámaras químicas de gran formato. Un detalle que a mi personalmente me emocionó. En la anterior entrada ya explicaba que a pesar de lo mucho que ha facilitado la vida a los fotografos la fotografía digital y de la gran calidad de la misma, la fotografía química, sobretodo en sus formatos medio y grande, sino se usan es por su dificultad y hoy por hoy coste más que por su falta de calidad.



Como ocurrió en el Sahara, el Valle de la Muerte como le bautizó aquel pionero superviviente, expresando el reconocimiento de los mormones: "gracias a Dios, hemos salido de este Valle de la Muerte"; es un desierto que te reseca a pesar de que las temperaturas en el mes de octubre no subieron de los 35 grados. A modo de papel secante y sin percepción de sed, poco a poco descubres como te resecas y marchitas. Por lo que beber es ley y además continuamente.


Impresiona su silencio. Es fácil descubrir como el único ruido que se produce lo creas tú y  algún que otro turista que se desplaza con su vehículo por la ruta que lo atraviesa. La quietud en el ambiente y la discreción de sus habitantes es tal, que la palabra desierto toma toda su dimensión. Pero ojo, de desierto nada, porque coyotes, de los cuales vimos varios, serpientes, arañas y aves, tiene como hogar dicho paraje.





Del desierto tomamos rumbo hacía Las Vegas. Antes paramos en un pueblecito a las puertas de Death Valley y que se llamaba Furnace Creek. Allí tomamos la que quizás fuera la mejor hamburguesa de todo el viaje en el típico y sorprendente bar del lejano Oeste.


Las Vegas merecen un tratamiento a parte en cuanto fotografía se refiere. Yo las veo en Blanco y Negro y con una óptica de 50 mm solamente pero.... una bacteria que me acompañaba desde Marruecos me estaba dejando tan tocado que no tuve más fuerza que para arrastrame por sus casinos y calles. Confieso también que era lo que menos me atría con lo que, desafortunadamente no habrá imágenes de dicha ciudad de juego, lujo y exceso. 


Algo similar siento con Zion Park. Un diminuto parque pero de una belleza que no fui capaz de captar. Quizás por su sutileza. Pero la mañana que pasamos por allí mi torpe ojo era más torpe de lo habitual.



Y así llegamos a Brice Canyon. Tan espectacular es que me limité a dejar que la cámara hiciera su trabajo. Es dificilisimo, sino imposible, mostrar lo que es. Es tan sumamente sorprendente, diferente y curioso que su muestra en dos dimensiones se me antoja dificilisima. Espero os valga este intento para por lo menos os podáis hacer una pequeña idea de lo majestuoso que es.



De nuevo por encima de los 2000 metros y con una estabilidad atmosférica aplastante. Cielos de azul intenso innecesarios para polarizadores y que saturan sin esfuerzo el sensor de la cámara.





Agujas por doquier, casi transparentes, blancas, amarillas y rosas. Quizás la de arriba sea la única fotografía que plasme un poco lo que allí se podía ver: blancos, verdes, azules, amarillos, rojos, naranjas y todos en consonancia.


Aquel día pasamos la noche en un pueblecito de Utah llamado Torrey. A las puertas de Capitol Ref y una noche más a más de 2000 metros de altitud. Halloween se celebraba y vaya si lo saben celebrar. Cenamos carne de búfalo, bebimos cuanto quisimos y esa noche fue la última noche que la bacteria viajera contrajo su última batalla. Casi puede conmigo, menos mal que el calor de Raquel me sacó de una pequeña hipotermia. El viaje continuaba y cada vez prometía más.