La leyenda cuenta que, en la Edad Media, en el año 778, en plena dominación musulmana de la Península Ibérica, Rolando, un paladín del emperador Carlomagno, habiendo sido derrotado en Roncesvalles y huyendo de sus perseguidores, antes de llegar a la cara norte de los Pirineos, se quedó a pie de una pared infranqueable de 100 metros de altura y sintiéndose acorralado, para evitar que su espada Durandarte, tan afamada como la Tizona de El Cid o Excalibur del rey Arturo, cayera en manos del enemigo, la lanzó fuertemente contra la roca provocando con este acto una brecha. Gracias a esta braveza Roldán pudo contemplar Francia antes de morir.
Conmovido por esa bella leyenda, llegó al Valle de Pineta un montañero con la idea de acercarse hasta la Brecha y contemplar por los dos costados el corte que hizo la afamada espada, aunque claro, eso ya es otra historia...
Cuentan que apareció en el valle de Pineta, un muchacho buscando información para ir a la Brecha de Roldán. Antes de explicarle qué caminos tenía que tomar, le preguntaron dónde iba a dormir, el cual respondió que en casa. Asombrados por su respuesta, le aconsejaron que fuese registrando su paso por los diferentes refugios del recorrido para evitar males mayores y que una vez conseguido su objetivo volviera por Góriz que, aunque más abrupto, se ahorraría algún kilómetro.
Tomó su bocadillo de mortadela, metió unos polvos en el agua y marchó en busca de su destino... Mucho más pronto de lo esperado, dejó en el mostrador del Refugio, un papel con los cuños de Espuguettes, Sarradets y Góriz y marchó con el mismo sigilo que apareció.
Hoy en día, aún se desconoce si las fuerzas para realizar tal gesta en tan poco tiempo, se la arrebató a la espada de Roldán, a los polvos que llevaba o simplemente cabalgó encima de su bocadillo de mortadela...
A que mola???.
La culpa de que el viernes por la mañana me despertara sin tener la menor idea de que me iría a Ordesa la madrugada del sábado la tiene Espe, alias Martina en distintos foros y dueña de GR10 trail, tienda exclusiva en material deportivo para carreras de montaña. Comiendo me propuso acompañarla al Valle de Pineta, en Ordesa, desde dónde partía dicha aventura con tan sólo un límite, no necesitar más de 22 horas para recorrer 46 km y cerca de 8.000m. de desnivel acumulado, recorriendo por su paso lugares como el Balcón de Pineta, el refugio de Espuguettes, La brecha Roldán o el refugio Goriz.
A eso de las siete de la tarde y 600 km a nuestras espaldas llegábamos al refugio del valle Pineta que empezaba a ser perfilado por la luz. Competiríamos habitación con dos máquinas de las carreras de montaña y que el mismo sábado habían realizado la ruta en poco más de once horas a pesar de haberse perdido en alguna ocasión. Esta pareja, junto a Tomás, creador de dicha aventura, nos anticipaban lo que posteriormente viviríamos y nos metían el miedo en el puerto a los 1.200 metros de descenso en escasos 5 km. como final.
A las cuatro y media tomamos rumbo bajo un cielo estrellado y con una temperatura ideal. Pero pronto descubriríamos que metereológuicamente no iba a ser el día. Sin embargo nos dejaría al menos disfrutar del amanecer en la espectacular subida al Balcón de Pineta.
A partir de aquí, niebla, frío y viento y cinco kilos de lastre fotográfico que se quedaron refugiadas en mi mochila no por miedo a mojarse sino por no tener oportunidad de mostrar en su esplendor los mágicos e impresionantes lugares que recorrimos.
Poco más que lo que veis os puedo enseñar. Respecto a la aventura fue épica. Ya en la subida al Balcón de Pineta extraviamos el GPS que nos haría perder la primera hora. La niebla y la falta de señal en el recuperado ingenio, nos casi enriscó en un lugar más que peligroso en la Brecha Roldan, juro que pocas veces he pasado tanto miedo. La niebla y el agotamiento de tanto desnivel acumulado nos ayudó a equivocarnos y como colofón llegando al Collado Añisclo sufrimos rachas de viento que nos obligaba a pararnos por miedo a que nos tirara mientras pasábamos por senderos colgados de patios de centenares de metros.
Al final 18 horas, 55 km según el GPS, es decir, 9 km de cagadas varias y unos 10.000 metros de desnivel acumulado. Ahí es nada. En el camino me sacudí como si de pulgas se trataran problemas que picoteaban mi conciencia. Descubrí que después de recorridos así, sólo lo importante perdura y no solo eso, se engrandece. Es lo grande de los retos, del esfuerzo y el sufrimiento, que te enseña o recuerda lo que realmente tiene valor.
6 comentarios:
Molan esos planes sin comerlos ni beberlos.
¿Se puede saber cómo hicisteis 9km de más con GPS?
s
Bueno, la perdida del mismo nos debió suponer +/- el resto... hay zonas en Monte Perdido q no tienen recepción... es de las primeras veces q lo usamos... en fin Sergio, ;-).
Enhorabuena, par de máquinas!!
Es una de mis zonas preferidas de la península. Las fotos le hacen una tremenda justicia.
Un abrazo.
Bueno, bueno, como te empieces a meter en vena esta droga, seguro que pronto nos vemos en alguna aventura. La montaña engancha.
lost in Lost Mount, suerte tienes de no hacer planes y cumplir los mejores, mola!
buenísimos paisajes, parece un buen rompepiernas!
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