Lo que siempre ha sido así, no es siempre correcto. Y sólo cuando unos pocos escuchan, la otra parte responde.
Presumimos de ser los únicos en saber comunicarnos y tanto es el egoísmo que no nos percatamos que lo mejor es que podemos comunicarnos con otros que ni siquiera se parecen.
Y cuando por fin entendemos, cuando por fin nos olvidamos de nosotros. Entonces surge la magia.
Y es que entre tanto grito, amenaza y opresión cuando la sutileza brilla, el silencio ocupa el espacio.
Antonio y Nuria son los criadores de Ámbar y a la par, adiestradores o educadores de caballos. Y lo hacen sin bocado, herraduras (bare foot) y por supuesto sin violencia o castigo. Hay algo especial en su lugar de trabajo. Los caballos se acercan a ti sin miedo y generan tal buen rollo que contagia.
Las imágenes que veis, han sido tomadas mientras dos caballos blancos me olisqueaban o jugaban con Ámbar. Un espectáculo digno de ver y de comprender.
3 comentarios:
Una pasada...aunque me den un poquito de miedo...;) preciosas fotos Nacho...
En la próxima te vienes. Si ves cómo estuve haciendo las fotos y cómo los otros caballos me rodeaban y yo me metía entre ellos sin mirarles. como sino existiera y ni se inmutaban o mostraban nerviosos.... impresionante la verdad.
Debe contribuir mucho al tema tirar el antropocentrismo a la basura.
Publicar un comentario