Son las siete y media de la mañana, suena el despertador y aún no entra claridad por la ventana. Entrenar por sensaciones tiene su aquel, planificas la semana según el tiempo disponible y el cansancio acumulado por eso ayer, después de recibir una llamada desde el trabajo supe que o entrenaba temprano o me perdía la cena en casa y que queréis que os diga, tengo claro que la cena y su postre, no me los pierdo.
A las ocho de la mañana la gente anda con rumbo pero sin sentido, quizás sea el trepidar de mi carrera que haga a mi mente funcionar en progresiva aceleración y les vea como almas despistadas camino de la vorágine. Así parece pero lo que sin duda me atrapa es la luz; a esas horas y haciendo un día como nos solía tener acostumbrado este país, el color de la luz es cálida y alargada. Se me antoja la mañana como una joven de piernas largas, de piel tersa y cálida, fresca mirada y sin contaminación alguna, dispuesta a comerse el mundo con energía inagotable. Y así, mientras voy acelerando mi cuerpo llego al polideportivo.
Con once años empecé a hacer atletismo. Entrenábamos como auténticos privilegiados en el polideportivo de Alcorcón que aunque no tenía pista de tartan si la tenía de tierra, con una grada que acompañaba a toda la recta principal y un techado que la cobijaba me hacía sentir especial cada vez que entrenaba allí. Sin embargo, lo que todos deseábamos era competir en el polideportivo de Vallehermoso. Recuerdo que la primera vez que fui me sorprendió el rojo intenso de las pistas, la testura engomada de la misma y los mayores que allí entrenaban, todos altos, atléticos, se me antojaban como seres de otro planeta dotados con un don divino, más parecidos a superheroes de Marvel que a simples mortales. Aquel día, una mañana de sábado, fue una mañana muy parecida a la de hoy, misma luz, parecida temperatura con una diferencia, hoy la pista era sólo para mi y yo tengo 28 años más. Tiempo después, cinco años concretamente un 4 de junio de 1987 asistí a la derrota de uno mis ídolos de entonces, Edwin Moses que después de nueve años, nueve meses y nueve días terminaba una de las rachas victoriosas más impresionantes de la historia. El bueno de Moses que minutos antes nos había firmado autógrafos a tantos chavales habían querido pedírselo, perdía ante Danny Harris, su supuesto delfín que pasó a la historia más por este hecho que pos su medalla de plata en las olimpiadas del 84.
Y entre recuerdos, mi mente decidía que hacer. Sabía que quería hacer series pero no tenía claro qué series. Al final el mil me ha llamado y me he lanzado sin pensarlo demasiado, ya veremos como acaba. He parado el crono en 3:30 a 170 pulsaciones, bueno, no ha estado mal. Para ser justos las dos vueltas a la pista no marcan exactamente 1 km y el garmin me decía que mi ritmo no era de 3:35 sino de 3:40, tampoco está mal. Y así, sin seguir pensando y en el tiempo que bajaba de las 120 pulsaciones, volvía a lanzarme a la carrera. Van Morrison sonaba en el iPod, el león de Belfats rugía en Mondance mientras yo arremetía contra el óvalo de la pista. 3:39. Ese es el ritmo, cuando suba de ese tiempo, dejo de hacer series. Y así ha ocurrido en la quinta. Después seis cienes en progresión y para casa.
Entrenar tan pronto tiene sus ventajas, encaras el día con un optimismo especial y con la tranquilidad de haber hecho los deberes, en este caso auto-impuestos y disfrutados. Soy deportista de entrenamientos, es dónde disfruto y ahora que voy cogiendo la forma, aún más. No se si competiré porque la verdad, sensaciones como las de hoy o de días atrás, no suelen darse cuando compito. En contra, tiene el machaque con el que pasas el día, me da la risa cada vez que subo escaleras pero así es como nos gusta vivir.
Mañana repetiremos la operación pero esta vez iré sobre dos ruedas, camino Colmenar en contra de la riada de acero que transitará emborregada hacía la urbe un día más. No me digais, que sólo de pensar ir contracorriente no tiene su aliciente. Pero eso, será otra historia. Feliz noche.
3 comentarios:
Según lo cuentas parece un crimen no entrenar.
A seguir disfrutando!
;-( no quería dar una impresión así. Vaya!?!?
Me hace gracia que mientras tú disfrutas con tus entrenamientos yo sufro a cada golpe de pierna.
El otro día me marqué un reto con un amigo, correr una popular en un par de meses, a finales de junio. Te parecerá una tontería, pero los dos estamos fuera de forma y el reto es llegar a meta, poder decir que hemos superado la prueba y sobre todo mejorar el estado físico.
¿Qué me recomiendas? Ahora consigo correr honrosamente unos 25 minutos y lo intento cada 3 ó 4 días, ¿llegaré?
PD: me ha encantado la descripción de la gente a las 8 de la mañana
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