
Tengo cinco sentido pero a veces olvido cuatro. Mis ojos funcionan bien, siempre lo han hecho, son agudos, finos y disciernen muy bien colores, matices y grises. Mi vista es casi perfecta, a penas unas décimas de hipermetropía pero que con la edad se corregiría dijo a mi madre un médico cuando yo era crío. No uso gafas para leer, conducir o trabajar y tampoco parece que al menos en breve tiempo las necesite... pero, a veces pienso que no veo... más bien, no se ver.
Es tan fina mi vista que no presto atención al resto de mis sentidos y tan solo a veces sonidos me sobresaltan sacándome de mi realidad visual. Pero resulta que también tengo tacto, gusto y olfato.
A veces mi tacto me traiciona y toma protagonismo cuando acaricio la piel de Raquel, a oscuras debajo de las sabanas, entonces la vista no importa y es mi piel quien dibuja en mi mente. Sin embargo no es igual, los volúmenes y los matices cambian, la temperatura y el detalle es más intenso y la luz muere.
Mi gusto es un tanto parecido a mi vista, rápido, fino pero poco detallista. Anda tan sobrado y es tan ansioso que cada bocado es un tramite para saciar el agujero sin fin que tengo debajo del corazón. Pero a veces surge la sorpresa, ante una lágrima que resbala por la comisura de mis labios, ante el suave sabor del flan que mi madre de nuevo hizo para mi o ante la sorpresa de un sabor desconocido que evoca otros tantos acompañado de recuerdos que creíamos olvidados.
Llueve torrencialmente en el torrido verano, llueve sobre polvo, sequedad y bochorno, que recordáis sino: su olor.
Mi hermano es sordo, bueno casi. ¿Habéis jugado a ser casi sordos?. ¿Habéis pensado por una vez que puede sentir una persona que oye pero no oye todo?. Qué os pasa cuando dentro de una conversación captáis partes de la misma pero no lo suficiente como para entenderla. Pareciera como si hablasen un idioma que no conoces a la perfección y tu cerebro está a punto de estallar intentando hilar cada retal que queda suelto. Mi hermano vive así, leyendo labios y usando aparatos electrónicos para poder comprender. Quizás alguno ahora entienda porqué a veces, sin aparente sentido pareciera que está enfadado con el mundo.
Tengo cinco sentidos pero siento que no veo, oigo, huelo, siento y saboreo. Todo es tan rápido, todo es tan abundante que no retengo matices.
Cerrad los ojos por un instante y pensar, sin abrirlos, en cuantos colores se puede dibujar una puesta de sol, pensar y explicarme como haríais para mostrar a un ciego cómo es el color azul del cielo.
Mi abuela no tiene el sentido del olfato ( qué familia). Yolanda decía que los perros huelen a perro y alguien que no recuerdo que los negros huelen más, más a qué. Abuela, el perro huele... a qué huele, a perro... y cómo huele un perro. Pues depende abuela, a Yolanda no le gusta pero a mi me recuerda al campo, a campo con calor y afecto.
La Pedriza es como una lija que dependiendo de la temperatura se pega o abrasa. Su textura es suave aunque raspe, continua y casi perfecta casi podrías decir que la piedra de la Pedriza es piel de roca pues al acariciarla sus pequeños agujeros te recuerdan a los poros de la piel, a la barba recién afeitada de tu padre cuando de niño te raspaba la cara para hacerte rabiar. Lo increíble del tema es que nunca tocamos, creemos tocar pero según los físicos dos elementos, dos átonos no pueden ocupar el mismo espacio por lo que nunca se pueden fusionar. Cuando esta noche haga el amor a Raquel pensaré en ese físico y le diré, piensa de nuevo porque yo creo que si ocupo el mismo espacio que tu dices que nunca tocaré.
Lo malo del sonido es el recuerdo. Ese nunca se apaga, en mi cabeza tamborilean frases, conversaciones que quisiera a veces poder borrar. Pero no es tan malo porque también recuerdo otros sonidos que nunca querré olvidar. Como el aullido de los lobos en aquel remoto lugar, el susurro de Zoe diciéndome "te quiero", el sonido de mi moto y el lamento de mi niña.
A veces confundo mis sentidos, a veces pienso que no aprendi a sentir, a veces pienso que todo pasa demasiado rápido, a veces grito y no me oigo, busco y no me encuentro, tanteo y no se que toco, huelo y no recuerdo qué es.