Pues aunque no me gusta abusar del B/N tengo que reconocer que en el caso de este año, me salen unas cuantas que cumplen lo que a mi me gusta para el arte de los grises.
Lo reconozco, me crea ansiedad hacer fotos. El grado de compromiso y exigencia al que me someto no me hace ser la persona más encantadora cuando en ello estoy. Surgen inseguridades que me atenazan, miedo a no llegar a mis expectativas pero sobretodo a no cumplir con lo que se espera de mi. Por eso nunca me voy contento al final del trabajo y sólo en la soledad de la pantalla me reconcilio ante el sosiego.
Sin embargo la paz es efímera, vaya si lo es. Creo que aún no tengo una sola imagen que salvaría de la quema pasadas un par de semanas y es que cada poco me miro en el reflejo de quienes admiro y los pies parecen como hundirse en arenas movedizas.
Sin embargo sería hipócrita si no reconociera que en algunas ocasiones y gracias a quienes veis, opináis y criticáis, creo entender que algo al menos ha merecido la pena.
Porque tampoco lo dudéis, no me resulta fácil. Lo que aquí muestro es un trabajo duro y que me fatiga más que cualquiera de los tres Iron Man que en su día corrí... sobretodo, mentalmente.
Y que decir de Ecotrimad. Que decir de una carrera que año tras año la estoy viendo crecer y que cada año pienso, es el último... y que como las buenas carreras, pasados unos días te dices, pero como no voy a volver a retratarla. La Sierra Pobre de Madrid, esa que me enseñó hace años Antonio y la que tanto me gusta. Con sus gentes opacas, sabedoras de su pequeño tesoro e inquietas por la vil urbe que les amenaza.
Cómo no voy a volver para disfrutar de lo que sólo a los fotógrafos y cámaras nos está permitido vivir, la lucha en lo más alto del Olimpo, donde sólo se respira y nunca se habla.
No se, esto es lo que veo pero es mucho más lo que siento.
1 comentario:
¡Qué gran foto me has sacado entre los árboles!
¡Lástima (para mí no para el resto de la humanidad) que no se me vea la cara!
Genial
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