lunes, 25 de agosto de 2008

Amigo

La palabra "amigo" parece ser viene del latín "amicus". Es muy probable que derive del verbo amore (amar). Otros dicen que viene de animi (alma) y custos (custodia) osea el guarda-alma.

Otra versión cree que proviene del griego "a"-sin (mi) y "ego"-yo que quiere decir "sin mi yo" .

Esto se debe a que un amigo es alguien con quien te identificas, hasta puede decirse que un amigo es el otro yo, pero "sin mi yo".A mí particularmente me gusta al acepción del guarda-alma, es la más romántica pero tiene mucho de cierto.La palabra "amigo" parece ser viene del latín "amicus". Es muy probable que derive del verbo amore (amar). Otros dicen que viene de animi (alma) y custos (custodia) osea el guarda-alma.

No es mio, hoy me lo han enviado y me ha parecido tan interesante que he querido plagiar a su autora y hacer un poco mio algo tan bueno. Ella lo va a complicar un poco más, va a dedicar unas frases a cada uno de sus amigos, hablando de sus virtudes y de alguno de sus defectos pero con todo el amor que les profesa.

Tengo muy pocos amigos, de alguno soy yo más amigo que ellos de mi y alguno es más amigo mio que yo de él, así son todas las parejas. Pero junto a mi familia ellos son mi mayor riqueza.

jueves, 21 de agosto de 2008

Cullera en fotos y un avión

La otra noche tuve un sueño, más bien fue una pesadilla. Sin venir a cuento, sin tener sentido ni porqué, de repente me encontré en un campo seco donde una avioneta se había estrellado.
Recuerdo la sensación que me embargó, algo me impulsaba a socorrer a los ocupantes de la avioneta a pesar del riesgo de incendio. Sentía miedo.

El caso es que el sueño quedó en eso. Ni salvé a nadie, ni ocurrió nada más. Simplemente el sentimiento de miedo y el impulso aún mayor de prestar socorro.

Un sueño más al que a la mañana siguiente no presté mayor atención... hasta que ayer, mientras comía saltó la noticia. Al principio ni me percaté, después un escalofrío recorrió mi espalda. Es una puñetera coincidencia, lo sé pero joder con la coincidencia.

Estos horrores son siempre jodidos. Esta mañana llamé a una amiga de TVE que es periodista y es canaria. El tono me alivió y al responder sin decir hola dijo: estoy bien, tranquilo.

Me estoy haciendo mayor, llevo mal estas noticias. Se me saltan las lágrimas a la mínima y me dan demasiado en qué pensar. No conozco a nadie de los que allí estaban pero de igual manera siento dolor.
Y siento asco, asco de como la televisión hace de esta noticia un caldo amarillo. Con las olimpiadas veo mucho más TVE que antes y me encabrona más ver como en una Tv pública sigue la misma linea morbosa que llevamos en la privadas. No hay respeto por las víctimas y mucho menos por los familiares, todo vale si es noticia...

martes, 19 de agosto de 2008

Yo lo flipo!!!



Entre una radiografia y otra hay 24 días. La verdad es que a penas veo diferencia aunque quienes saben dicen que es normal. Cierto es que se ven más juntas y que esta es una imagen n dos dimensiones y tb es cierto que yo noto a la clavicula rígida y cada vez tengo menos molestias. Veamos que me dice mañana el médico, pero de momento alucino.

sábado, 16 de agosto de 2008

... de ver

El tío con quien discute es de mediana estatura y pelo canoso, lleva un traje azul que desentona con el local por lo que debe ser el que use para trabajar. No parece muy contento y desde mi posición se puede respirar una atmósfera incomoda. Intento no mirarles pero la mirada de esa mujer me ha magnetizado y ella, mientras juega con su cigarro y escucha a su oponente, desliza alguna que otra mirada hacía la barra. Hasta que sin más, el hombre se levanta, deja un billete de 20 € en la mesa y deja sola a la muchacha.

Un frío recorrió mi espalda y a las alturas del cuento se que no es una buena señal. Mi instinto me decía que no debía permanecer en el Tranvía y mucho menos conocer a quien ahora mucho más descaradamente me observaba. Pero esa es mi maldición, no puedo evitar el riesgo es como una droga que me incita a caer en el abismo. Así que resignado con mi destino y sabedor de lo que se avecinaba me dirigí hacía la mesa dónde se encontraban aquellos ojos inmensos.

Hola, te importa si me siento... es lo que quieres no?... si.... No creo que empeores más la noche... problemas sentimentales.... silencio unido a una mirada que entendí a la perfección (pero porqué coño hablaré con este imbécil)... vale, disculpa, creo que no es buen momento y a mi la verdad, me importa poco lo que hayas discutido anteriormente, quizás en otro instante... fumas???... no, bueno de vez en cuando... me alarga un cigarrillo y mientras me lo acerco a los labios me ofrece fuego. Cómo te llamas??. Diego y tú??... ese que se ha levantado antes es mi jefe y cometí el error de liarme con él. Es un puto ególatra que piensa que es el maldito ombligo del mundo y como no le estés adorando y recordando lo fantástico que cree ser se encabrona y balbucea como un bebe.... ah!!??... y tú qué, madurito interesante, salias de caza???... no..., más bien no podía dormir, demasiado calor. La verdad la conversación parecía una escena de cine negro americano. El cazador estaba siendo observado, acorralado y bapuleado por lo que podría ser su presa. Nunca me han gustado estos símiles y aunque ya sabía que cazar, lo que se dice cazar era una brabucanada machista, tenía la sensación de que aquella mujer estaba jugando conmigo. Me observaba y mientras hablaba se había hecho una radiografía de quién era y qué quería y mientras, yo,no acertaba a más que seguir su mirada como si de una sesión hipnótica se tratara. Y vives por aquí??... cuatro manzanas más arriba, cerca de la estación de RENFE. Y has venido en moto veo... si, es una vieja Triump, la compré de segunda mano, me gusta porque es tranquila y parece ronronear... cómo una gata??... bueno si, parecido. Me gustan las motos pero no tanto como os tomáis los tíos el rollo motero, parece que todo aquello que lleváis debajo de las pelotas os da el poder que a diario no tenéis y querríais poseer... ja!, bueno es una forma curiosa de verlo, yo le veo más un rollo de libertad, dejarse llevar, independencia.... si, si, es la misma cantinela desde que sois críos, igual que correr detrás de las faldas, primero de tu madre y luego de cada chica que se os cruza. Sabes??, estoy harta de los tópicos y vosotros estáis repletos de ellos... se te ve jodida... y tú no eres diferente a que lo que ya conozco, me dijo indicando que por ahí no iba bien. Y lo peor es que era cierto, yo no era más que otro más, uno de tantos que grita por su libertad y que se deja atrapar por el miedo a volar. Porque dónde estaba yo, simplemente dónde el destino me había empujado.

miércoles, 6 de agosto de 2008

... relato de ...

Y yo, yo quién era??. Por aquel entonces había alcanzado la treintena y lucia una medía melena rizada que unida a una barba aparentemente descuidada descubría una dejadez estudiada pero cómoda. Harto de años de traje y corte clásico después de que la crisis del 2008 me mandara a la calle de una patada del bufete de abogados, había dejado que mi aspecto adquiriera el reflejo de mi espíritu el cual creía yo, era pendenciero un tanto aventurero y con un toque romántico. El despido me había supuesto una pequeña indemnización por los años prestados de mi juventud, el cual después del desconcierto en el que me vi fue utilizado para la creación de una pequeña empresa dedicada al turismo de viajes de expedición. El negocio no daba para mucho pero si lo suficiente para sobrevivir y para viajar por la cara a lugares que de otra forma no me podría permitir.

Tras el despido también perdí a lo que hasta entonces había sido mi relación más larga. Una mujer de sinuosas curvas, negra melena y desmedida ambición. Escritora y critica literaria, habíamos crecido profesionalmente juntos desde tiempos de la facultad. Años intensos y un poco sin razón en los que me dejé llevar por un mundo que no era mio y al cual llegué a aborrecer. Pero como siempre, la cabra regresa al monte y poco a poco fui desapareciendo de fiestas, presentaciones de libros y estreno de películas para escaparme a la montaña, hacer pequeños viajes y vivir el cine y la lectura sin estrellas ni egos a la misma altura. Quizás la culpa no fuera de ella, sencillamente no eramos parecidos. Por lo que después de platos rotos, mil y un reproches, reparto de bienes y el agredecimiento de no haber tenido hijos, me quedé con el perro, la moto y la libertad de ahora si, hacer lo que me viniera en gana.

¿¿¿Quién es la que está sentada con aquel muchacho???... ¿la morena?... coño!!, sino hay más tías que yo sepa, claro... con medía sonrisa y mientras coge el trapo de la barra me mira y contesta: es nueva en el barrio, creo que es periodista y trabaja en no se que canal de televisión. Creo que sale en el telediario, ya sabes, de esas que hablan desde el lugar de la noticia. No llegaba a los treinta, no muy alta pero bien proporcionada. Su rostro mostraba sensualidad, boca grande y labios gruesos, ojos negros de largas pestañas y una nariz un tanto aguileña que le daba una personalidad fuerte, no era guapa aunque mucho menos fea. Gesticulaba con seguridad y miraba a su interlocutor con una mirada casi inquisitiva. Y en eso que yo la observaba, de repente fue ella quién me miró a mi. Fue tan directa y tan inesperada que desvié la mirada inconscientemente. No fue una mirada agresiva, más bien pareciera que sabía que yo la estaba observando y tenía curiosidad por el hombre que apoyado en la barra bebía una cerveza.

martes, 5 de agosto de 2008

Relato...

La media noche ya había pasado y el calor no cesaba. Agosto en Madrid, aire africano insomne calentaba ideas y deseos en las oscuras calles de una ciudad dormitorio del extra-radio. La nevera decidió dejar de funcionar harta de luchar contra consecutivas olas de calor y las tuberías no daban agua servían sopa. Así que cansado y mojado por un continuo sudor decidí salir en busca de alguna bebida fría que aplacara mi sed.

El motor de mi vieja moto retumbaba en las calles negras. Herida de magulladuras me gustaba sentirla tronar entre mis piernas como gata en celo que llora a la luna en pos de un galán felino que deja recortar su figura entre el negro y blanco del asteroide hermano. Es curioso, pero las monturas son así, mecanismos humanos o seres animados, contienen una carga sensual mezclada con un sentimiento de poder y libertad que una vez descubiertos son imposibles de no gozar.

Decía que se llamaba Antonio, Antonio Guzman. De unos 45 años, espigado de incipiente calvicie que disimulaba con un corte largo de coronilla hasta la frente, gustaba de hablar de tiempos pasados en los que su "imponente" figura bien le valió el alago de alguna que otra dama e incluso la insinuación de masculinos favores que para la imaginería popular sólo confirmaba lo que en otro tiempo fue un hombre apuesto. Por lo visto fue doble de cine, y entre sus dobles estelares no faltaban actores americanos. Ahora, y desde que yo vivía en el barrio regentaba un pub al que llamó El Tranvía. El bar de oscuros tonos presentaba la barra nada más entrar, a la izquierda de ésta, había una enorme pecera en la que siempre se podía ver un gupi de dimensiones extraordinarias que invitaba a subir unos peldaños que te mostraban unas mesas pequeñas, de plataforma de mármol y patas de hierro forjado, formando un pequeño patio interior iluminado por un techo de estrellas de fibra óptica que daban un ambiente evocador y tranquilo. Solía escucharse al León de Velfast, a los Rolling, algo de Jazz y a representantes patrios como Loquillo, Manolo Tena e incluso al Urquijo más decadente.

Mierda de calor hermano. ¿Cuándo vas a tirar la cafetera que has dejado aparcada en mi puerta?... cuando tú limpies la puta pecera... ja, ja, ja, ja. Ponme una birra, pero por Dios que esté helada. ¡¡¡Any!!!, trae una jarra fría. Any era una inmigrante rusa de unos 25 años. Alta y un tanto delgada tenía un atractivo frío en sus ojos grandes y azules que te miraban como si quisiera escapar. No lo sabía con exactitud pero todo el mundo creía que no sólo trabajaba sino que vivía con Antonio. Pero de la misma forma que su aspecto mostraba frialdad, su boca sólo soltaba monosílabos de agradecimientos y cifras de cuentas. Antonio, fanfarrón en su pasado era celoso en su presente, presente que cuando no es esplendoroso quizás sea mejor desviar con otros tiempos. Y aunque este hecho me intrigaba, de alguna forma el tipo me caía bien, nunca me preguntó quién era y yo respetaba su presente limitándome a escuchar su machacado pasado.